María, maqueta de mujer

La devoción del pueblo a María posee una profunda raíz dogmática, pues ella es la Madre de Dios, la Inmaculada Concepción, la Virgen de Nazaret. Para los colombianos bien puede ser la Virgen del Carmen.

La grandeza de María descansa sobre la humildad de su condición histórica. Ella es, María de Nazaret, mujer del pueblo que seguía la religiosidad popular de su tiempo, que visitaba parientes, que no dejaba de ir a una fiesta de matrimonio que se preocupaba por el Hijo al cual acompañó al pie de la cruz como madre dedicada. En esa pequeñez y no a pesar de ella, María fue lo que la fe proclama, pues Dios hizo en ella grandes cosas.

María es ejemplo de fe y disponibilidad al proyecto de Dios. No entiende, ciertamente, la dimensión del misterio que en ella se realiza, la venida del Espíritu sobre sí y la concepción virginal en su seno del Hijo eterno del Padre, pero aun así confía en los designios de Dios. No piensa en sí sino en los demás, en la prima Isabel, en el hijo extraviado en una romería, en los que no tienen vino en las bodas de Caná. María, libre de sí misma pone su vida al servicio de los demás. 

Detrás de un gran hombre hay una gran mujer. María es vientre amoroso y, junto a José, hogar modelo para Jesús.

María, fuerte como la roca, conoció de cerca la pobreza y el sufrimiento y por eso es solidaria y se muestra atenta y sensible a los sufrimientos de su pueblo. María es la primera entre los humildes.

María, la maqueta de mujer, encarna la religión del pueblo latinoamericano. No hay un país en el que su nombre no esté consignado, en las personas, en las ciudades, en los ríos, en las montañas y en numerosos santuarios. Ella es de aquí, de allá y de acullá. Para los colombianos es la Virgen del Carmen, curiosamente, en la fiesta popular hecha en su nombre se marca el mismo ímpetu con el cual ella se distinguía en las bodas de Caná.

Quién tiene un hijo podría considerar que “tiene todos los hijos del mundo”.  María, la mujer universal, es madre de todos los que abrazan el cristianismo. Es la madre de todos los bautizados con los nombres de: Ana, Cecilia, Pedro, Juan, Ramón, Javier y Carmen, entre tantos.

Todos los marianos, celebran anualmente, en Colombia, las Festividades de la Virgen del Carmen. En Barranquilla, ríos humanos se desbordan por varias calles para rendirle homenaje a la Virgen del Carmen. En muchos lugares ella “aparece”. En La Casa de Justicia del barrio La paz no falta su “presencia” desde hace varios años. Allí, un comisario de familia, Javier Rocha le ofrece homenaje a ella y para resaltar su espíritu humilde que la caracterizó, este comisario reúne a 300 personas de la tercera edad para orar con ellos, para hacerles pasar un rato agradable. Los ancianos bailan, cantan y escuchan un mariachi y, al finalizar el evento, se llevan un mercadito para sus casas. Es un esfuerzo económico que hace el comisario Rocha junto a varios amigos y colegas como Edgar Altamar y Carlos Redondo, el coordinador de la Casa de Justicia de La Paz quienes de su propio pecunio celebran esta festividad en honor a la Virgen y en favor de los adultos mayores. Justa fiesta para los viejos, o viejo terapia, sin deleznar u ofender a nadie y justo recuerdo para la madre universal: la Virgen María, maqueta de mujer.

Por Ulises Redondo Cienfuegos