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Los embrollos de la constituyente – LaMetroNoticias.com

Los embrollos de la constituyente

6 de julio de 2024Opinión Ulises Redondo
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Por Ulises Redondo Cienfuegos
El recién designado ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, dejó claro que, si se llegara a un consenso para convocar a una Asamblea Constituyente, el proceso de elección y la misma asamblea no se realizarían en este gobierno sino en el próximo. La expresión de Cristo  descarta  al presidente Gustavo Petro como aspirante a una reelección. ¿Qué hará Petro en este intersticio? ¿Se irá a las calles y a los campos a promover la Asamblea Nacional?
Hay tres sujetos o factores reales de poder que pueden provocar cambios sociales, mínimos o máximos, para bien o para mal o para un “más o menos” como postura moderada y concensuada entre estas fuerzas. Los sujetos son:  los clanes políticos, los gremios económicos y los sectores populares. Un cuarto factor es la izquierda, con un poder minoritario que se desvanece cada día. Miremos en que escenario se mueven actualmente estos sujetos. Es incuestionable que el escenario es la corrupción galopante. Unos, los clanes políticos para seguir su carrera delictiva, otros, los sectores populares para luchar contra este flagelo, para detener su carrera; el poder económico muy cercano a los clanes políticos y muy alejado del pueblo o algunas veces jugando un doble rol, político y económico. Los sectores populares son el tercer sujeto in crecendo. La lucha de estos sectores es empírica y desorganizada.
La corrupción es la expresión inmediata del capitalismo. Es la señal o alarma inmediata de una crisis del sistema, que algunas veces pasa desapercibida o se puede tolerar y otras es tan evidente y dañina para los sectores populares que puede causar un estallido social. La corrupción es visible y se puede sentir, solo que la mayoría de las veces los medios de comunicación la invisibilizan.
Es una lucha empírica, espontánea y desorganizada de los sectores  populares. No sobre bases teóricas. No es cierto que los liderazgos políticos alternativos surjan de ex nihilo, de la nada. Debe existir, primero, unas condiciones materiales de pobreza que se expresan espontáneamente como fermento de unos cambios sociales y que, luego, son reinterpretadas por los liderazgos a través de una síntesis ideológica fuerte o débil dependiendo de la formación politica-ideológica de los sectores populares. Sin lucha popular, Petro hubiera fracasado en su intento de llegar como inquilino del palacio presidencial.
Recapitulemos: los clanes políticos son fuertes porque se alimentan de la corrupción, pero precisamente por esa razón, ya no representan al pueblo. Son minorías. El poder económico es fuerte por los negocios que hace con un sistema político corrupto, y los sectores populares son fuertes porque son mayorías. Su fuerza avasallante es la unidad, cuando la logran. Los sectores populares luchan por vivir dignamente, por superar la pobreza, por mayores oportunidades de trabajo, educación, salud, etc., dentro del capitalismo, no tienen formación teórica para saber cuál modo de producción es el más idóneo, no les interesa si hay igualdad económica y libertades absolutas, ni quien dirija los destinos del país, mientras lo haga bien, no están pendientes de privilegios ni del reparto burocrático mezquino del poder. No son exigencias que no se puedan cumplir, ni derechos que se puedan aplazar.
Entonces, una asamblea nacional debe conformarse con una base amplia de los sectores populares que son la mayoría real, que expresan la productividad real, el país real.
No son las altas cortes ni los partidos políticos, ni los gremios económicos en quienes se puede encontrar la expresión real del país. Ellos representan realmente a la oligarquía con sus intereses particulares claramente definidos. Cuentan aparentemente con el apoyo clientelar de millones de ciudadanos cuya voluntad en las urnas ha sido sobornada y del cual han obtenido un poder ilusorio, no real.  Representan un poder constituido mínimo,  que no les niega su derecho a conformar mínimamente la asamblea nacional. El pueblo mayoritario será necesario para hacer los cambios sociales que dejen trazada la ruta hacia la modernización del campo y en general hacia la modernización del aparato productivo.
El presidente Gustavo Petro con su dubitación propia en él, ha planteado varios caminos hacia una constituyente. El 15 de marzo, en Cali, insinuó una Asamblea Constituyente; posteriormente, el 10 de mayo, se refirió a la convocatoria de un referendo constitucional y, finalmente plasmó la idea del poder constituyente, como un poder supraconstitucional cuyo mecanismo de participación serían válidos para propiciar la participación amplia de la sociedad que conduzca a un gran acuerdo nacional para lo cual mostró tres posibilidades y cuya convocatoria sería por Decreto Presidencial: Insinuó que la constituyente sería por decreto, aferrándose al proceso de paz refrendado por el presidente Santos y las FAR-EP, ante la ONU, el cual, según él, tiene carácter vinculante y supraconstitucional, es decir no necesitaría pasar por el congreso. Por el mismo camino del poder constituyente está el mecanismo de participación con el ELN o la constituyente universitaria.
Finalmente, Petro, haciendo uso de una rara moderación, se decidió por una Asamblea Constituyente, respetando la Constitución y le dejó la tarea a Juan Fernando Cristo quien hasta hace poco tiempo fungía como adversario del poder constituyente e incluso de la posibilidad de una Asamblea Constituyente. ¿Qué pasaría, si se da, la convocatoria a una Asamblea Constituyente con Petro fuera del poder ejecutivo? ¿Quedaría Juan Fernando Cristo como protagonista principal y artífice de la Asamblea Constituyente, con todo lo que pueda significar para los clanes políticos y el poder económico?
¿Logrará Juan Fernando Cristo, como hábil negociador, tramitar la aprobación de las reformas en el Congreso de manera que no sea necesaria una constituyente por fuera de los canales constitucionales? ¿La Asamblea Constituyente es una salida moderada de Petro, para evitar un ambiente nacional caldeado de intolerancia, con insospechadas consecuencias para la paz?
¿Tendrá Petro la suficiente autoridad moral y ascendencia sobre Juan Fernando Cristo como para que éste le obedezca o terminará Petro destituyéndolo antes que éste se salga por la tangente?
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