La bestia y la maquina

El capitalismo, en su fase financiera global, ha mutado en bestia. En monstruo. En neoliberalismo. Es Gotzilla presente en casi en todas las latitudes del globo terrestre, con un aliado perfecto: las mafias que representan a Frankenstein.

En palabras de John Kenneth Galbraith, embajador de los Estados Unidos en la India: “La globalización no es un concepto serio. Lo inventamos nosotros los norteamericanos para disfrazar nuestro programa de intervención económica en otros países”.

Gotzilla muestra sus enormes garras y dientes en la franja de Gaza. Es el derramamiento de sangre explícito e injustificado. De vísceras esparcidas y desmembramientos regados por doquier. Allí toma otro apellido: el capitalismo gore.

En Colombia, la bestia necesitó, para crecer, de seguridad, de los cuidados que le brindaba la seguridad democrática de Uribe y ya sabemos lo que pasó con la ayuda de Frankenstein. 6.402 falsos positivos o víctimas de la bestia, hasta donde se sabe.

Es la Violencia extrema y tajante. Mientras Marx habla, en el libro primero de El Capital, sobre la riqueza y dice: “la riqueza, en las sociedades donde domina el modo de producción capitalista, se presenta como una inmensa acumulación de mercancías”. En el capitalismo gore se subvierte este proceso y la destrucción del cuerpo se convierte en sí mismo en el producto, en la mercancía, y la acumulación ahora es sólo posible a través de contabilizar el número de muertos, ya que la muerte se ha convertido en el negocio más rentable.

Hablamos de prácticas que resultan transgresoras, únicamente, porque su contundencia demuestra la vulnerabilidad del cuerpo humano, su mutilación y su desacralización.

Frankenstein es la mafia. Él se encarga de hacer el trabajo sucio y feo. Ya los efectos en la economía mundial son evidentes pues el producto criminal bruto se estima no inferior al 15% del comercio mundial, lo cual le otorga potestad en las decisiones económicas planetarias.

Este elemento criminal con frecuencia proporciona la necesitada divisa extranjera, el empleo y el bienestar económico necesario para la estabilidad nacional, así como el enriquecimiento de los que detentan el corrupto poder político especialmente en los países pobres.

La crudeza en el ejercicio de la violencia obedece a una lógica derivada desde estructuras o procesos planeados en el núcleo mismo del neoliberalismo, la globalización y la política.

A muchos nos puede parecer extraño y doloroso la matanza de palestinos en Gaza, pero a otros con mucho dinero les puede parecer excitante. Como un video juego de guerra que ya los niños manipulan con asombrosa habilidad y naturalidad, sólo que en Gaza no se trata de un simulacro.

La matanza en Gaza es un reality que exacerba el morbo de sádicos y eleva la adrenalina de los asesinos frente a las noticias sanguinarias  que se ven por televisión o por las redes sociales. Es como ver sin sobresaltos el cuento infantil:  Hansel y Gretel  de los Hermanos Grimm. Sádicos frenéticos por el dolor ajeno, asesinos estimulados por el olor de la sangre y la carne chamuscada. También hay pirómanos delirantes por los estallidos de las bombas y cómo la conflagración consume los hogares y hospitales palestinos.

El show necrofílico en vivo y en directo no tiene límites aunque tiene números. Los muertos se cuentan minuciosamente para cerciorarse de que no han llegado al límite…hasta el último niño palestino muerto es la consigna. No tiene límites el genocidio, aunque tiene números, son más costosas las bombas que la solución.

Los sionistas se rien de los palestinos cuando suplican por ayuda humanitaria, por alguien que les suministre agua y alimentos y se ríen nuevamente al impedirlo. El sarcasmo cesa por momentos cuando niños y mujeres mueren por inanición.

Matanza de niños y mujeres. Mujeres embarazadas. Al parecer no hay nada más motivador para los sionistas que el sacrificio de la inocencia en masa en el altar del genocidio, como si cada alma inocente fuera un principio sagrado para Israel y su Dios sádico. En el libro La Torá del Rey que versa sobre las leyes sobre la vida y la muerte entre los judíos y las naciones, escrito, en 2009, por los rabinos Yitzhak Shapira y Yosef Elitzu, se dice en forma textual: “Hay razones para matar a los niños si existe la evidencia de que, al crecer, nos dañarán; en ese caso los ataques deben ir directamente contra ellos y no contra los adultos”.

Este genocidio es una diversión puesta en escena. Solo falta que alguien organice el entretenimiento macabro y cobre por el show.

Estamos acudiendo globalmente, en vivo y en directo, al genocidio sin remordimientos, sin cargos de conciencia, al politicidio, al democidio y a la limpieza étnica.

No imagino a un domador de circo con látigo en mano intentando siquiera domesticar a la bestia, únicamente una rebelión mundial de los pueblos podrá enfrentarse a la bestia. O muere la bestia y Frankistein o nos convertimos en servidumbre, si logramos sobrevivir.

Fuentes consultadas

Sayak Valencia. Capitalismo Gore, edición 2010.

lahaine.com. Asesinar bebes en gaza principio “sagrado” de Israel.